Lo que es realmente duro y también sorprendente, es renunciar a ser perfecto y comenzar con la tarea de ser uno mismo. Esta tarea es difícil porque la mayoría de las personas por diversas razones siempre buscan la perfección y la apariencia antes de ser genuinos y naturalmente lo que son. Los medios de comunicación, la relación con las personas y las altas demandas de querer agradar a los demás, generan mucha presión sobre la vida de las personas provocándoles actuar siempre bajo la máscara de la apariencia. Esto es una triste realidad cuyo fruto final no es otro sino la frustración y el fracaso y por supuesto un continuo detrimento de la estima personal.
Ser tu mismo, debería ser tu mayor máxima. Ser natural, tal como eres sin aparentar. Para emprender esta tarea, lo primero que debes hacer es conocerte a ti mismo. Descubrir tu valores, tus capacidades, tu potencial y al mismo tiempo tus debilidades y tus áreas de crecimiento. Invertir tiempo en descubrir esto es el primer paso para ser tu mismo. Luego comprométete en actuar como eres, sin fingimiento. En especial aprende a no traicionarte a ti mismo por quedar bien con los demás. Aprende a decir si cuando realmente lo quieres hacer y por supuesto a decir no cuando lo quieres decir también.
Pero en el desarrollo de este ejercicio, recuerda que ser tu mismo, no implica el menosprecio de los demás, ni la arrogancia y mucho menos la falta de cortesía. Recuerda ser tu mismo, pero también que lo cortés no quita lo valiente.
-Anna Quindlen-